Los muerdo en un intento desesperado de dejar de pensar en el tiempo. Los atrapo entre mis dientes, a forma de entretenimiento. Pero eso no me evade de las horas.
Un largo paseo de invierno, y el frío me corta las palabras.
En un banco de madera, desolado y abandonado por el mal temporal, me siento a descansar mis ideas.
Abro un libro, porque me sobran los minutos... o más bien me sobran días. Y a veces, me pregunto porqué no podemos guardar el tiempo que no queremos y usarlo cuando se esfuma..
Son las seis; y media; siete; y media; ocho; y media. Ya no puedo leer, mis dedos están demasiado congelados como para seguir pasando las páginas, y ni siquiera la luz de la farola ayuda a que mis ojos cansados sigan leyendo.
Ahora ya falta menos, y pienso en él... Sonrío..
Se me rajan los labios...
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