jueves, 9 de mayo de 2019

Princesa


Querido amor tóxico,
Recuerdo bien la dulzura que embriaga esa dependencia camuflada en promesas, de esas de para toda la vida. Aquellos “te necesito” resonaban en mi cabeza como una canción que no te importa reproducir una y otra vez. El romanticismo era algo esencial, que te hacía volar y caer, todo al mismo tiempo. Una preciosa jaula de cristal dónde vivir plácidamente, hasta que algo no pase. Puramente insostenible. Gracias por aparecer en mi vida y saber cuándo irte.