Digamos

Digamos que ya no hablamos,
digamos que quisiera joderme la vida,
digamos que tengo un millón de canciones aún por dedicarte,
digamos que todo se acabara; entonces digamos que no queda nada por decir.

Aparente indiferencia

Toda esa puta electricidad,
no fue mentira.
Nadie tiene derecho a juzgarme,
ni tampoco el deber de salvarme.
Y si dices eso, es que no me conoces,
de nada.

Enero en agosto

Eran las tantas de la madrugada,

intentando dormir entre tanto ruido

que provoca los peros de tu boca.

Y mientras nos moríamos de frío,

perdíamos la noción del tiempo.

Viviendo en el intento,

a los pies de un mar sin olas.

Hablo de ojalá, pero no de aquel “ojalá siempre” de Defreds. 

Hablo de aquel otro ojalá...

Dame aire, el tuyo, para respirar.

O al menos un suspiro.

Lo supe en el momento exacto,

en el que cruzamos las estrellas.

Sin ningún esfuerzo, somos.

Hagamos que el pasillo sea eterno.

No fue ninguna sorpresa...

El uno para el otro,

completamente distintos.

Huele a la humedad de 

mis persianas cerradas.

Encerrada a oscuras,

sin que nadie escuche nada.

Con mi voz

Nunca quise hacerte daño,

Y de todas las formas posibles

que pudieron ser, lo hice de la peor.

Del revés, absolutamente todo.

Y no, no tengo derecho ni si quieras a que compartamos aire para respirar.

Esta claro, no te pido nada.

Simplemente, lo siento.

Siento, del verbo sentir.

Sentir que contigo 

cada momento nunca se pierde.

La verdad, es esa.

Nunca quise hacerte daño.