domingo, 31 de diciembre de 2017

017

Fueron muchos los pasos recorridos.
Enero.
No se perdieron los días,
tampoco tienen intención de volver.
Enterré las malas,
deje que el polvo creciera,
mientras se desgarraba
por no poder hacer nada.
Ya es Abril,
y nunca fue tan fácil.
Mayo, Junio, Julio,
Agosto.
Apunté a las buenas nuevas,
reinvente disfraces de disimulo,
y viaje 300km en bicicleta.
Adiós verano,
nunca fuiste tan deprisa.
Adiós otoño,
sobraron lágrimas,
y faltó la lluvia.
Adiós Diciembre.
Sobran adiós,
faltan te quieros...

sábado, 30 de diciembre de 2017

Un paso más cerca...

No, no supe hacerlo mejor.
Aunque sí,
si he sabido perdonarme.
Han sido demasiado años.
Demasiado lejos.
Demasiado tu.
Demasiado yo.
Demasiado.
Fuimos demasiado.

Y contigo...

Hoy he soñado contigo, contigo.
Cómo cada noche.
Contigo y contigo y también contigo.
Con cada uno.

No puedo

Voy a hablar sin miedo.
Sin que nada me preocupe, ni si quiera la posibilidad de que puedas leer esto.
Necesito gritar lo que siento.
Sola... Como si no existiera,
como si todo fuera un espejismo,
como un sueño roto al despertar.
Vacía, sabiendo que no tengo ningún derecho a pedirte nada,
pero deseando poder contarte las ganas que tengo de volver a ser importante para ti,
o al menos sentirlo de nuevo.
Es egoísta pensar así,
es irracional,
odio esa palabra...
Es hipócrita por mi parte querer que me eches en falta,
es injusto,
pero no puedo negar que a una parte de mi
le encantaría que notases mi ausencia.
Que yo este o deje de estar se ha vuelto indiferente.
Y lo cierto, es que debería encantarme que fueras así
tan independiente,
pero mientras te espero esta noche
sólo puedo pensar en lo fácil que te resulta esto.
De verdad que intento luchar contra lo que siento,
y estoy realmente segura de que no llegará a nada,
porque seguramente sea nada,
pero eso no hace que deje de doler.
Lo siento, no se como podría explicarte cuanto siento estas palabras...
Nadie más que yo quisiera que no fuera así. 
Te quiero, y quiero hacerte feliz,
aunque de una forma u otra lo serás sin mi,
pero aprendi que no puedo hacer feliz a los demás si antes no lo soy yo misma.

etéreo

Deje de creer en el amor, porque el amor no era suficiente.
Necesitaba algo más que llenara mi vacío existencial.
Hubo un tiempo en el que el amor lo fue todo,
todo lo que deseaba y esperaba.
Pero no.
Pero si.
Pero adiós.
Y dejé de entender el significado de las promesas.
Las promesas de amor eterno se volvieron polvo,
simple polvo que avanza en el tiempo,
simple, volátil, etéreo, roto.

martes, 14 de noviembre de 2017

Carta a mí misma

Hoy quería empezar contándote una historia, mi historia. Es importante que la leas y no pierdas detalle, porque no entenderías nada sobre mí, sobre mi línea de vida.
Es verdad, crecí feliz, tenía una hermana mayor y cinco hermanos y hermanas más, mis primos. Recuerdo el campo, recuerdo los domingos en casa de mi abuela,  recuerdo el olor a incienso en misa, recuerdo correr por la Flor de la Canela, recuerdo los cumpleaños, cada verano, cada navidad y fin de año. No podría encontrar una sola palabra que pudiera resumir todos esos momentos. No pudo ser mejor infancia.
Pero entonces llegaron los 12.
Tenía 12 años cuando empecé a darme cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo y de lo mucho que me gustaban las cosas como eran antes. Seguramente comenzó mucho antes, pero para mí llego de repente. Todo fueron gritos y llantos, noches sin dormir, pesadillas al despertar.
Desde que tenía uso de razón, la religión católica me acompañó a cada paso, a cada tropiezo, a cada salto al vacío. Él era el único refugio que yo conocía y entonces cayó.
Todo caía. Todo dejo de tener sentido.
Él me decía que era mi culpa y cómo no iba a serlo.
Entonces, Leticia se fue y deje de ser niña demasiado pronto.
Me inventaba todo tipo de historias, incluso de miedo, todas eran mucho mejor que la realidad que tenía delante.
Mi cuerpo tomo el control de todo lo que mi cabeza no podía y salté por los aires. No podría explicar mucho más, porque todavía no sabría decir cómo fue del todo. Fue dolor, desesperación, llanto, culpa.
No sabía cómo, de pronto, tenía o tengo una nueva hermana, mi padre había hecho cosas horribles, innombrables, aunque sinceramente eso fue lo que menos me importó, mi madre ya no era mi madre, mi hermana tuvo que serlo por ella y yo, yo tenía 12 años.
A mis casi 15, mi hermana, mi madre, se fue de casa. Y una parte de mí, se fue con ella dos calles más adelante.
Después llegó él, vino a salvarme. Él y su familia, tan jodidamente parecida a la que yo había perdido. Deje de lado todo lo que tenía, necesitaba salvaguardar, rescatar, proteger esta segunda oportunidad. Por supuesto, me di de frente. Pero aún me siento agradecida, aunque con muchos menos kilos a la espalda.
Gracias tata, mama, por recoger mis cenizas y no rendirte.
Ya había sido una zorra, una mala amiga, una marginada, una maltratada y una adolescente agresiva y rebelde. Sinceramente, no tenía nada más que perder. Pensé tantas veces en desaparecer que casi se volvió norma. Yo no quería saber vivir.
Yo independiente, yo juez y verdugo y él, un pequeño peter pan, vino a regalarme esperanza. Y la esperanza se convirtió en un vacío aterrador e intenso. Lo recuerdo como el año más largo de mi vida, no lo digo en sentido negativo.
No sé que hubiera sido de mí sin ellas, ellas fueron mis pies y mis manos, mis ganas de despertarme cada día, le doy gracias a la vida por tenerlas. A ellas y a la que sigo considerando mi madre.
Pero incluso con ellas, la única forma de mantenerme en pie era hacerme de hierro, fría. He hice todo lo que yo no quería y quería. Y tuve todo lo que quería y no quería. Hice mucho daño, a veces, la verdad, sigo haciéndolo.
Tenía que volar sola, tenía que desmontar todo ese miedo que me impedía disfrutar de tantas cosas, tenía que hacer muchos "tenía" y no veía por dónde empezar. Pero al final, una acaba empezando por el mismo sitio, por el principio.
Y lo hice, salí de allí, decidida a comerme el mundo sin pestañear. Y cuando menos lo esperaba, cuando menos lo buscaba, cuando aquel intento comenzó a tomar forma, tú.
Tú, ojos azules, pelo rizado, corta estatura y pensamiento libre. Así me hiciste sentir por primera vez, libre. Así consigues apaciguar mis fantasmas, con libertad. Aprendí y aprendo, desde que te conocí.
En este largo camino, en el que la vida perdió tantas veces su sentido, tu has conseguido que cada meta se me quede pequeña, avanzando a paso de gigante.
A tu mano, todo el tiempo que podamos.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Está claro

Está claro, el problema es mío.
Y no, no lo digo con ningún tintineo o segundas intenciones.
Está claro, te quiero, con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mi cuerpo.
Te admiro, creo que ese sentimiento es el más grande que he tenido, te veo y siento pura y simple admiración. Para mí eres un referente, mi compañero, el que hace de mí alguien mejor, el que consigue hacer del mundo un lugar mejor.
Tú, siempre tan atento, tan amable, tan cuidadoso y respetuoso. Siempre pensando y considerando al resto.
Pero es el momento en el que dejas de ser esa persona, cuando mi admiración, simplemente, desaparece.
Tú, que de repente pierdes las formas, te dejas llevar y olvidas al resto, los demás se pierden y yo solamente esto ahí.
Pero, así eres tú, en tu totalidad. Y yo me enamoré de ti con todas las consecuencias, buenas y malas, aún a sabiendas.
Así que si, está claro, el problema es mío.
Tengo que aceptarte, tal y cómo eres. Esto forma parte de ti, me guste o no.
Pero, tengo que ser sincera, eso no hace que duela menos, eso no hace que me sienta mejor. Algo en mí se quiebra.
Así que si, está claro, el problema es mío. Porque aunque intento razonarlo, entenderlo y dejarlo pasar, mi corazón no me lo permite. Lo sigo intentando, lo siento.

sábado, 5 de agosto de 2017

Piedra

Tu problema es que revientas.
Pudiendo haber dicho las cosas de otra manera.
Es obvio, no soy perfecta.
No, tampoco le puedo caer en gracia al mundo entero.
Pero no soy dueña de lo que sientes, sólo de lo que digo.
Así que: gracias, porque ahora me siento en la obligación de replantearme todo.
Porque quizás sea yo la mala y así van las cosas.
En definitiva, siento que no lo sientas, por que, al contrario que tú, yo acepto una disculpa.
Y ahora, sigue reventando.

jueves, 3 de agosto de 2017

Llámalo X

Fuimos sinceros.
Tóxicos.
Y no quiero invadir, incomodar o incordiar.
No.
Fuimos demasiado para nada.
Respirar con dificultad fue una de las primeras señales.
Yo sé que te partí y no he sabido arreglarlo.

Ya

No es justo.
Estoy cansada de tanto de siempre, de tan poco.
Y miro y conozco y no conozco.
La misma mierda de siempre un poco más vieja.
La misma mierda de siempre aún más incomoda.
Huele.
A putrefacto.
No. Me doy cuenta de que no.
No pudo ser.
No.
Ni siquiera cenizas.
Aunque siga quemando, no queda llama.
Se ahoga.
Muere
Caída libre.
Y, realmente, siento un vacío por algo que fue tan grande.
Tan bonito y tan... efímero.
Se fue.
Se escapo.
Y fui consciente mientras lo perdía entre los dedos.
No puedo decir: "lo siento".
No queda nada más que el recuerdo.
Yo ya no soy nada.
Para ti.

miércoles, 12 de julio de 2017

Déjame romperte.

Déjate ser cristal.

Déjame jurarte.

Déjate creer.

Déjame volverte loco.

En todos los sentidos.

Déjate llevar.

Déjame arrastrarte.

Déjate, sin más.

Déjame.

Déjate.

Dejémonos.

Juntos.

viernes, 7 de julio de 2017

750 años

Es verdad, me paso el día así. Y no te niego que sea irreal, pero yo soy de esa manera. Te cagas con mi realidad. Un puto terremoto. Esa soy yo. En todos los sentidos. La mejor montaña rusa de tu vida. Esa en la que gritas, lloras, ríes y terminas vomitando. Esa. A la que siempre quieres volver a montar. Indomable, salvaje, libre, comprometida, la perfecta ama de casa y la que aguanta mas chupitos de tequila. Puta loca. Una bomba de relojería con sentido del humor y música de fondo. Esa soy yo. 

Lo tomas o lo dejas.

viernes, 2 de junio de 2017

Tierra

Sin techo.
Sin ti.
Sin fuegos artificiales.
Ni si quiera cohetes.
Dormir en la calle mirando las estrellas pierde su gracia si llueve y hay tormenta.

jueves, 1 de junio de 2017

Jueves amargo

Si, casi un año sin escribir.
Necesitaba reconstruirme.
Destruirme hasta constituirme.
A veces olvido que soy de hierro, de porcelana, de plástico, de goma eva.
A veces se me olvida desconectar, conectar, reiniciar.
Así que seguí, a ciegas, rota.
No era exactamente el mismo dolor, pero cada vez se parecía más... y más.
Sin pulso, sólo de pensar: "otra vez". 
Impulso.
Sencillamente quería vomitar, del asco, de la impotencia, del puto descontrol.
Y entonces llegó ella.
Estoy casi segura de que en ese momento volvió mi riego sanguíneo al cerebro.
Yo, quiero, si quiero.
Y ahora se me duermen los dedos de tanto escribir...

Chiquita la cama de matrimonio

Me desperté en el otro lado de la cama.
Joder, había jurado que estabas ahí.
Pero no.
Tú siempre ausente, esquivo, ido.
Me levanto y me miro al espejo pensando: "Otra vez, un sueño".
O una pesadilla.
Hace mucho que no estás.
Es cuestión de acostumbrarse a una cama de matrimonio individual.

Y si

Ya no dependía de tí o de mí. 
Aquello era demasiado y, sin más, frío, escalofrío, escalofriante... jodidamente terrorifico. Tu forma de mirarme.
Pasó tanto tiempo en un(s) año(s). Condensado, intenso, risueño, puro, duro, extremo, a hierro, sangrante.
Hicimos el amor demasiadas veces, pocas.
Y sí, explotó.
Pero ya no dependía de tí o de mí, o sí, pero no hicimos nada.