Querido amor tóxico,
Recuerdo bien la dulzura que embriaga esa dependencia camuflada en promesas,
de esas de para toda la vida. Aquellos “te necesito” resonaban en mi cabeza
como una canción que no te importa reproducir una y otra vez. El romanticismo
era algo esencial, que te hacía volar y caer, todo al mismo tiempo. Una
preciosa jaula de cristal dónde vivir plácidamente, hasta que algo no pase. Puramente
insostenible. Gracias por aparecer en mi vida y saber cuándo irte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario