jueves, 23 de mayo de 2013

Los renglones torcidos de Dios

"César extendió sus manos y posó sus dedos en la frente y en las sienes de Alice Gould.
-Tus ideas, querida Alicia, están ahí dentro, bajo tu piel, bajo tu cráneo, y son siempre tan fantásticas e insospechadas que quedan fuera de mi alcance.
-¿No decías que sabías leer en mis ojos?
-Sé leer tus sentimientos. Tus disparates, no.
Alicia se sonrojó levemente.
-Soy consciente de que has leído en ellos que me gusta tu personalidad, que me agrada tu conversación y que tu compañía me llena de calma y felicidad. ¡Pero eso no tiene ningún merito! Yo también he leído eso mismo en los tuyos.
Alice Gould tomó las manos de César, las retiró de sus sienes y se las llevó a los labios. Las mantuvo unos instantes así, cerrados los ojos, concentrada en sí misma [...] inició un monólogo con sus manos a las que llamó <<descaradas e impulsivas>> y a las que amenazó con castigarlas si no la prometían ser más discretas en adelante.
-Estás siendo muy injusta con ellas -protestó César Arellano-.Y me veo precisado a consolarlas.
Las tomó entre las suyas y ahora fue él quien las besó."

"<<Dios escribe derecho con renglones torcidos>>, pensó.
Fuera de allí, el silencio era muy grande. Alicia sólo atendía a estos rumores y al latido gozoso y anhelante de su corazón."

Torcuato Luca de Tena, 1979.

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