Ha
pasado bastante tiempo desde la última vez que me sentía así.
Rabia,
de la que te quema por dentro nada más pensar en aquello que te inquieta. Y es
todo ese recelo quien acaba desesperándote mientras te invaden los nervios.
Esos que no te dejan dormir; ni si quiera cavilar con sensatez y cada día
aumentan sin poder evitar que terminen por consumirte un poco más.
Te
levantas cada mañana con esa misma idea macabra; y el cansancio solo hace más difícil
que desaparezca de tu cabeza. No es difícil recordar esta sensación de
opresión en el pecho, y todo quedará en una confusa estupidez y en un agrio
sabor de boca por no haber sido capaz de volver a controlar toda esta memez
absurda que vuelve con cada paso en falso. Sin ninguna duda la culpa seguirá siendo mía.
Ya solo me queda insultar a quién se haya dado por aludido.
Aunque prefiero no escribirlo.
Buenas
noches.
Touché
ResponderEliminar