Mientras sigues sumergido en algún sueño, no puedo evitar dejarme llevar por las líneas que delimitan tu apacigüe gesto. Prefiero no resistirme a la atracción de acariciarte. Recorro cada centímetro de tu piel, y rodeando la robustez de tus pómulos acabo en ese hoyo que escondes en tu barbilla, encontrándome de repente con tus labios, de los que nunca quisiera separarme; y dibujando su forma con los dedos me deslizo hacia la curvatura de tu nariz, tan achatada, en armonía con cada facción. Subo hasta tus cejas delineadas, dónde tus pestañas quieren recompensarme con un suave cosquilleo. Aparece diligente el recuerdo esos ojos celestes tan llenos de certidumbre, de empeño, de sosiego. Y sujetando esa serenidad entre mis manos, te contemplo bajo todas las miradas posibles.
Es entonces cuando me abandono en la idea de: cómo algo puede ser tan embaucador. Ahora entiendo aquello de lo que hablaban los poetas.
Déjame llevarte conmigo, porque ya no podría renunciar-te.
u0kknuaatiy
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